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La valentía palmera contra los ataques corsarios

  • Foto del escritor: Carmen Plata
    Carmen Plata
  • 31 jul 2024
  • 7 Min. de lectura


Fuente fotografía: Asociación Día del Corsario


Cuentan las Crónicas de Gaspar de Fructuoso, un sacerdote portugués que los corsarios llegaron a Santa Cruz de La Palma. Se dice que son los textos más fidedignos y cercanos en el tiempo a los acontecimientos, pues fueron escritos una década después de que ocurriesen. Y esta es la historia que contaremos hoy.


El 21 de julio de 1553, aparecieron en el norte de Santa Cruz de La alma, ocho naves con todas las velas desplegadas. En un primer momento, se pensó que podrían ser barco españoles, a pesar de que dos días antes habían aparecido en el mismo lugar dos flotas flamencas advirtiendo de que venían corsarios franceses a la isla.


Cuando estas se acercaron más a la costa del municipio palmero lograron confirmar que eran de la corona francesa, de azul real con las tres flores de lis en dorado. En aquel momento, el Imperio español de Carlos V y la Francia de Francisco I se encontraban en guerra.


Francois LeClerc, más conocido como “Pata de Palo” comandaba aquella flota. Las fechorías del capitán eran más que conocidas, tanto que le hicieron ser el más temido de todo el Atlántico y, especialmente, en el Caribe español. Tanto era el terror que se le tenía, que en cuanto fue identificado comenzaron a sonar las campanas de las iglesias de La Luz, el Salvador, San Francisco o Santo Domingo, entre otras tantas ermitas. 


Los franceses más temidos del Atlántico


La población de la ciudad formaron todo lo rápido que pudieron compañías improvisadas que estuvieron mal organizadas, ya que no todos sabían de lucha. Aún así se armaron de valor y corrieron hacia la playa a defender la ciudad. El problema para la gente palmera vino cuando los franceses llevaban a remolque las lanchas de desembarco y estas iban repletas de arcabuces y lanceros, bien armados y pertrechados, listos para atacar.


Ya desde el mar, los galos comenzaron el ataque con disparos que iban respaldados por los cañonazos desde los barcos.  Contra todo pronóstico, las lanchas corsarias no llegaron al puerto de Santa Cruz de La Palma y se desviaron hacia el Barrio del Cabo, en el norte. Los palmeros, sin distinción de clase social o condición, ante tal maniobra, decidieron huir al monte abandonando a su merced todo lo que tenían. 


Juan del Manzano, un valiente clérigo franciscano, fue el único que trató de detenerles, les aconsejó abandonar la ciudad. Sin embargo, ante tal bravura lo único que consiguió fue un arcabuzazo del segundo a bordo de LeClerc, Jacques de Sorés. Un hugonote confeso y enemigo declarado de la Iglesia Católica al que muchos conocían como L’ange Exterminateur -el Ángel Exterminador- por sus fechorías a ambos lados del ancho del mar.


Tras esto, la ciudad ya se encontraba en manos francesas, según los dichos tardaron menos de una hora en conseguirla. El regidor, Pedro Estupiñán, fue uno de los que dejaron todo a favor de los corsarios y huyó pero su mujer, Melchora de Socarrás, se negó a abandonar su hogar y amenazaba con enfrentarse a los invasores. Tanto así, que su hija y ella fueron capturadas por los corsarios y llevadas al navío Le Claude junto a otras damas de familias nobles locales. Los piratas galos continuaron puerta por puerta expoliando todas las riquezas de una ciudad de mercaderes.


Baltasar Martín, el héroe palmero


La noticia del ataque no tardó en recorrer toda la isla, desde Fuencaliente hasta Garafía, causando consternación en cada pueblo, villa y hogar al que llegaba la información. Los descendientes de los antiguos pobladores auaritas, dedicados principalmente al pastoreo, se tomaron la ofensa con más ahínco de lo normal, pues el hecho de que unos extranjeros hubiesen invadido su amada isla les causó una gran afrenta y rápidamente s organizaron para formar la resistencia.


Al frente de ellos y como líder se erigió a Pedro Hernández de Justa, un pastor alto y fornido, originario del monte de Mazo. El tiempo le convirtió en leyenda y acabaría cambiándole el nombre por el conocido Baltasar Martín y su tierra natal, por Garafía en vez de Mazo. Las razones de este cambio en las leyendas es desconocido pero hay registros de la época en los que se corrobora la existencia del mazuco Pedro Hernández de Justa y ni uno que mencione a Baltasar Martín*1.


Junto al futuro héroe se encontraba un mercader flamenco que buscaba vengar la muerte de su hermano, consecuente del ataque llevado días atrás.  En poco tiempo, tenían un ejército improvisado con personas de todos los rincones de la isla con el cual bajaron a defender la capital de los francos.


Pedro Hernández de Justa y el flamenco acorralaron a los franceses en la Plaza de la Aduana, actualmente conocida como La Constitución, ubicada frente a Correos. Allí, intentaron prenderles fuego con tea y alquitrán. Ese día, hasta el cielo se puso de parte de los palmeros, pues un temporal hizo que el mar se embraveciese impidiendo a los corsarios que se encontraban en los barcos acudiesen a la ayuda de los que habían bajado a tierra. De esta manera, tras los incendios de viviendas particulares así como del edificio del Cabildo, se encontraron con las huestes del héroe palmero.


Todo estaba saliendo según lo esperado por los isleños hasta que el regidor de la capital, Pedro de Estupiñán, implorase al teniente Diego de Arguijo que interviniese ante los piratas en defensa del honor de su mujer y su hija. Tras esto, los pregoneros de la ciudad recibieron la orden real de que ningún francés podía ser asesinado y quien incumpliese sería condenado a la pena capital.


Los isleños obedecieron a la justicia y abandonaron la pelea dejando tras ellos a 600 franceses muy maltrechos y sin pólvora. También se detuvo el plan auarita de enviar nadadores hacia los barcos enemigos a cortarles las amarras para sí chocasen entre ellos. De este modo, los franceses cogieron resuello, se envalentonaron y continuaron con el saqueo y el pillaje. 


Se tomaron tantas libertades los franceses, que un día, uno de los capitanes en tierra, sobrina del mismísimo capitán Francois LeClerc, se aventuró a salir fuera de la ciudad  por la puerta sur acompañado de varios soldados. Allí, los isleños, desobedeciendo las órdenes de sus superiores, mataron a los soldados y capturaron al sobrino de LeClerc, con el objetivo de utilizarlo como rehén y hacer un intercambio por Melchora de Socarrás.


Un avalentonado guerrero palmero conocido como Juan Ángel, tomó justicia por su mano y mató al capitán francés. Esto desató la cólera de LeClerc, que envió a tierra un gran cargamento de municiones, alquitrán y pólvora para sus hombres. Comenzaría a fraguar su venganza por el asesinato de su sobrino.


Pedro de Estupiñán, siguiendo en su empeño de salvar a su esposa, hija y otras damas de alta alcurnia, reunió cinco mil cruzados de oro para ofrecerlos como pago del rescate. A través de dos conocidos comerciantes de los cuales LeClerc se fiaba, Hans Vantrilla y Beltrán Zuloaga, se efectuó el pago y la devolución de las rehenes.


Una vez devueltas las mujeres y cobrado el rescate , los franceses decidieron volver a sus barcos y abandonar Santa Cruz de La Palma. Sin embargo, dejaron una gran despedida. Los galos habían vaciado todo e contenido de los barriles de pólvora y alquitrán por la spuertas de las casas que se encontraban desde la Placeta del Borrero hasta la entrada sur de la ciudad. Antes de embarcarse les prendieron fuego. Así, la ciudad ardió por completo. Nada escapó a la furia destructora de los franceses.

Francois LeClerc y su flota repleta de las riquezas y mercaderías tomaron rumbo a la Gomera y Tenerife para continuar con sus fechorías por el archipiélago. 



Fuente fotografía: El Diario


El final de la historia según otros textos


Según el libro de ‘El lugar de Talgaguen’ de Tomás Orribo Rodríguez y Néstor Rodríguez Martín, Baltasar Martín, el héroe que agrupó un ejército nunca regresó a sus tierras ni gozó de reconocimiento y éxito tras su valentía para enfrentarse a los franceses. Ensangrentado y liberada la ciudad de los franceses, se dirigió al convento de San Francisco, en cuya iglesia tenía intención de dar gracias por el triunfo en la batalla a la Virgen de los dolores. Pero, un fraile que se encontraba refugiado en el campanario, pensando que era un francés le lanzó un ladrillo y acertó de pleno en la cabeza. Así, el héroe palmero murió después de inmortalizar su nombre y su memoria, al igual que los héroes clásicos.


La tradición dice que su cuerpo descansa en la misma iglesia a la que fue a agradecer a la virgen y cuya puerta nunca logró pasar. Una lápida colocada en ese lugar recuerda el hecho a las generaciones presentes y venideras.


*1 Sin embargo, estudios más recientes sí sitúan la figura de Baltasar Martín, exactamente existieron tres en la época de los hechos.



Fuente fotografía: El Diario de Avisos


Santa Cruz de La Palma se levantará en armas contra los ataques de Francois LeClerc


El municipio capitalino de La Palma recuerda cada 4 de agosto los hechos acontecidos en la ciudad con una representación llevada a cabo por la Asociación Día del Corsario y voluntarios.


Sin embargo, este 2024 la celebración se llevará a cabo el 2 de agosto a las 18:00 horas, a lo largo del centro histórico de Santa Cruz de La Palma. El público asistente al acto que conmemora la valentía del héroe palmero, Baltasar Martín, en su enfrentamiento contra los hombres del capitán galo, habrá de ir acorde a la festividad que pone en valor el patrimonio cultural inmaterial de la localidad. 


Durante la ‘Semana del Corsario’, comenzada el viernes 26 de julio, se han llevado a cabo diversos tipos de actividades como el ‘gastrocorsario’ ambientado con música medieval, y charlas formativas -y gratuitas- para dar a conocer mejor qué pasó y de qué manera el pueblo se alzó contra los franceses. El fin de fiesta corsaria tendrá lugar el mismo viernes 2 de agosto con el ‘Festival del Corsario’ a las 21:00 horas en la Trasera del Cabildo. El público podrá disfrutar de actuaciones musicales como la del palmero Manu Echeva, el grupo Los 600 quienes pondrán el ritmo con grandes éxitos de los años 60, 70, la movida y los 2000, y el Dj Juana La Cubana con su particular estilo tropical.

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